martes, 30 de marzo de 2010

¿Cultura de zapping?


(Extraído de “La escuela católica en el tercer milenio: necesidades, desafíos y exigencias”, P. Ángel Astorgano Ruiz, secretario general de la OIEC)

(…)
“Estaríamos, pues, ante el pensamiento atomizado que se manifiesta, en unos casos, como “cultura de zapping” (se sabe “casi nada” de “casi todo”) y, en otros, como “cultura de la especialización” (se sabe “casi todo” de “casi nada”). Dispersión y frivolización: ausencia de principios.

Frente a esta situación, se viene afirmando, desde hace tiempo, que aprender no puede seguir siendo simplemente la asimilación de conocimientos, sean éstos los humanísticos, los científicos o los tecnológicos. La función de la escuela ha de ser la de ayudar a los estudiantes a construir referentes de lectura y de interpretación de la realidad. El maestro, el educador, no puede reducirse a decir al educando que “el mundo está ahí”, sino que, de alguna manera, le ha de venir a decir “el mundo es así”. “No es lo mismo procesar información que comprender significados”, dice Fernando Savater en su ensayo El valor de Educar. Y para dar significados, es preciso disponer de perspectivas unificadoras, comprensivas, holísticas. La posibilidad de elaborar síntesis que proporcionen visiones integradoras de la realidad se produce cuando el alumno cuenta con los instrumentos necesarios, pero, sobre todo, cuando se sitúa en una perspectiva suficientemente comprehensiva.


Entender la escuela como un espacio donde el niño o el joven han de aprender a dar significados al mundo de las realidades que les rodean plantea un problema de contenidos y un problema de organización metodológica. Se entenderá fácilmente que hay áreas del conocimiento que, por la naturaleza de sus contenidos, facilitarán la adquisición de esas perspectivas comprehensivas de la realidad; es el caso de las humanidades en general. (Es el caso de los conocimientos “inútiles”).


Eliminar de la enseñanza la reflexión filosófica, la perspectiva histórica, los sedimentos clásicos, los componentes religiosos de la cultura, etc. con el pretexto de responder a las exigencias del mundo actual es condenar al alumno al “presente absoluto”. No es, pues, de extrañar que, al final, este tipo de ciudadano termine concediendo superioridad cultural a unas zapatillas deportivas Nike sobre un poema de Shakespeare.


Llama la atención que, últimamente, en la misma medida en que se ha decidido prolongar la duración del tiempo de escolarización de los ciudadanos, se haya despojado a los currículos de esas perspectivas comprehensivas. Aumentan las piezas del puzzle, pero se retira el dibujo o el plano guía que ha de servir de pauta para montarlo”.

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