sábado, 20 de marzo de 2010

¿Analfabetismo emocional?


(Extraído de la ponencia “Identidad y calidad frente a los retos de la inclusión y de la no violencia” - Guillermo Tanos, sdb)

“La narración, más de una vez desvalorizada porque no tiene la objetividad que garantiza algunas visiones científicas, abre nuevas fronteras a la ciencia pedagógica. La educación en un sentido interno es una narración donde el aprender es un “narrarse” y la narración es un “aprenderse”. Las narrativas, y en particular el relato, tienen un movimiento afectivo; cualquiera que sea su tema, nunca están ausentes los ritmos del sentimiento humano. (Cfr. RAFAGHELLI, 2009)

La función del docente consiste en hacer que el conocimiento (el mundo de las ciencias, el arte y la técnica) tenga una existencia para los educandos y que sea significativo para ellos. Tratar de que el conocimiento forme parte de los hechos, sueños, temores y esperanzas, desde la perspectiva de la vida de alguien y dentro del contexto de las emociones es lo mejor que le puede pasar a un proceso de aprendizaje.

La escuela puede ser una analfabeta emocional cuando sólo sabe presentar los contenidos desde la retórica objetivista. El contexto capitalista la ha impulsado a reducir el conocimiento a procedimientos estandarizados que determinan miradas frías y distantes de los contenidos de la enseñanza y el aprendizaje. “La narrativa se basa en un problema de la vida real…Un buen caso es un vehículo para que se lleve al aula un trozo de la realidad” (WASSERMAN, 1994).

El relato nos libra del tener que “siempre” presentar verdades ofreciendo pruebas que sostengan sus enunciados para convencer a otros de la validez del discurso. La narración humaniza el conocimiento y el pensamiento y le confiere (o da) un sentido de comprensión intentando poner al descubierto la acciones de los sujetos para indagar sus intenciones evitando convertirlas en verdades universales.

La narración es una forma de conocer el mundo. Los educandos manifiestan gran interés por las historias y los relatos. Por esta razón, muchos maestros los utilizan para enseñar gran variedad de temas escolares, y, más aún, cuando se trata de temas de Ciencias Sociales. Los relatos despiertan curiosidad por conocer el mundo, permiten imaginar otros mundos posibles y desplazarse en el tiempo y el espacio, entrar en la vida de otras personas y acompañarlas en sus aventuras, sufrir y gozar con ellas y, también, a través de ellas. Lo cierto es que sin narrarse y sin aprender en relación con los otros de muy poco sirve lo que brinda la escuela".

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