martes, 30 de marzo de 2010

¿Cultura de zapping?


(Extraído de “La escuela católica en el tercer milenio: necesidades, desafíos y exigencias”, P. Ángel Astorgano Ruiz, secretario general de la OIEC)

(…)
“Estaríamos, pues, ante el pensamiento atomizado que se manifiesta, en unos casos, como “cultura de zapping” (se sabe “casi nada” de “casi todo”) y, en otros, como “cultura de la especialización” (se sabe “casi todo” de “casi nada”). Dispersión y frivolización: ausencia de principios.

Frente a esta situación, se viene afirmando, desde hace tiempo, que aprender no puede seguir siendo simplemente la asimilación de conocimientos, sean éstos los humanísticos, los científicos o los tecnológicos. La función de la escuela ha de ser la de ayudar a los estudiantes a construir referentes de lectura y de interpretación de la realidad. El maestro, el educador, no puede reducirse a decir al educando que “el mundo está ahí”, sino que, de alguna manera, le ha de venir a decir “el mundo es así”. “No es lo mismo procesar información que comprender significados”, dice Fernando Savater en su ensayo El valor de Educar. Y para dar significados, es preciso disponer de perspectivas unificadoras, comprensivas, holísticas. La posibilidad de elaborar síntesis que proporcionen visiones integradoras de la realidad se produce cuando el alumno cuenta con los instrumentos necesarios, pero, sobre todo, cuando se sitúa en una perspectiva suficientemente comprehensiva.


Entender la escuela como un espacio donde el niño o el joven han de aprender a dar significados al mundo de las realidades que les rodean plantea un problema de contenidos y un problema de organización metodológica. Se entenderá fácilmente que hay áreas del conocimiento que, por la naturaleza de sus contenidos, facilitarán la adquisición de esas perspectivas comprehensivas de la realidad; es el caso de las humanidades en general. (Es el caso de los conocimientos “inútiles”).


Eliminar de la enseñanza la reflexión filosófica, la perspectiva histórica, los sedimentos clásicos, los componentes religiosos de la cultura, etc. con el pretexto de responder a las exigencias del mundo actual es condenar al alumno al “presente absoluto”. No es, pues, de extrañar que, al final, este tipo de ciudadano termine concediendo superioridad cultural a unas zapatillas deportivas Nike sobre un poema de Shakespeare.


Llama la atención que, últimamente, en la misma medida en que se ha decidido prolongar la duración del tiempo de escolarización de los ciudadanos, se haya despojado a los currículos de esas perspectivas comprehensivas. Aumentan las piezas del puzzle, pero se retira el dibujo o el plano guía que ha de servir de pauta para montarlo”.

domingo, 28 de marzo de 2010

Profesar y confesar




(De la ponencia “Los retos de la escuela católica”, en el CIEC)



(…) "Muy a menudo en los últimos años se han visto reflexiones sobre cuál es el papel de la escuela en este mundo tan marcado por la multiplicación de las posibilidades de acceso a la información. Es la pregunta por el papel que le puede quedar a la escuela en este contexto tan cambiante.
Es importante que también desde la escuela católica nos planteemos esta cuestión y deberíamos aprovecharla como una ocasión para reflexionar sobre aquellas aportaciones más nucleares de la escuela que, pase lo que pase, debería asegurar. Puede resultar un interesante ejercicio de purificación y focalización. Desde mi propia reflexión la propuesta sobre el papel irrenunciable de la escuela se podría articular del siguiente modo:


* El ámbito más específico de la escuela debería consistir hoy en aportar sentido y por tanto la escuela debería comprometerse en la tarea de ofrecer sabiduría.
* Para eso la escuela tiene que utilizar su mediación fundamental: la relación educativa.
* Y para ello la escuela necesita desarrollar una condición indispensable: una escuela que pro-fesa porque con-fiesa.
(…)


Una escuela que opte claramente por un conjunto de valores auténticamente humanizadores, constructores de vida personal y de compromiso social:



* Sabiduría frente a especialización.
* Búsqueda frente a seducción.
* Singularidad frente a homogeneidad.
* Comunidad frente a solipsismo.
* Recogimiento e interioridad frente a dispersión.
* Liberación frente a resignación.
* Gratuidad frente a precio.
* Renuncia frente a primacía del yo.
* Sentido objetivo frente a subjetivismo radical.
* Utopía frente a nihilismo.


viernes, 26 de marzo de 2010

Con los jóvenes en la Plaza





Ayer, día de la Anunciación, tuvo lugar en Roma, en la Plaza de San Pedro, el encuentro anual que los jóvenes de Italia tienen con el Santo Padre. Vienen de todos los rincones de Italia, con su colorido y su alegría. Fueron 75.000 jóvenes que, desde las 19:00 rezaron, cantaron y bailaron juntos. Traian toda la fuerza y el vigor de la juventud, y Bendicto XVI les habló al corazón, en su mensaje.

Además de celebrar este encuentro anual también celebraron los 25 años de las Jornadas Mundiales de la Juventud iniciadas con Juan Pablo II.

Si quieres ver parte del encuentro, clica en la dirección: http://vod.vatican.va/giovani25032010.mov

miércoles, 24 de marzo de 2010

¿Clonar la identidad?


(De la ponencia “Identidad y calidad frente a los retos de la inclusión y la no violencia”, Guillermo Tanos, sdb)

No compartimos las visiones, que en nombre de la identidad y de la calidad, favorecen medidas “duras” y disciplinarias o bien crean itinerarios en los centros educativos que permitan segregar a los “buenos” de los “malos” para que los segundos dejen estudiar mejor a los primeros”. Este tipo de medidas, tan del agrado incluso de algunos sectores conservadores del profesorado, es un atentado a la propia identidad de la escuela católica.

Un peligro siempre latente es querer recuperar nuestra identidad desde visiones dogmáticas (a veces camufladas en la excelencia educativa) y desde tradiciones educativas, volviendo a sistemas apologéticos. A menudo, frente a la realidad mencionada (que es siempre desafiante), se considera que la salida más exitosa es reproducir las mismas respuestas educativas del pasado, es decir, una especie de “clonación”. Reproducir el pasado es lo contrario a creer en el misterio de la encarnación en un momento histórico, enfriando el sentido profético con un fuerte acento conservador y de vuelta atrás. Estas visiones pueden esterilizar la voz del Espíritu que nos llama a una renovación significativa. (Cfr CONGREGACION PARA LA EDUACIÓN CATÓLICA, 1997).

Hay un llamado eclesial muy significativo a las comunidades educativas católicas a recuperar la propia Identidad. Y la escuela católica ha aceptado esta invitación que la Iglesia le hace para reflexionar sobre sí misma y su misión evangelizadora. Debemos resignificar los conceptos escuela y católica. Lo primero de una escuela, por obvio que parezca, es que sea escuela. Y lo primero de “ser católica” es su dimensión universal y diversa, y como tal, abierta a todos, esto es, incluyente, “de todos y para todos”, especialmente a los más pobres. ¿No hemos renunciado a esta diversidad? ¿Por qué “lo católico” es entendido, a veces, como un todo homogéneo? ¿No estamos clonando una cristiandad camuflada?

Desde esta identidad nuestras escuelas no pueden ser excluyentes ni exclusivas, ni pueden estar al servicio de un segmento social determinado. Deben pretender, en primer lugar, establecer vínculos cognitivos entre los educandos y la propuesta curricular, para que adquieran y desarrollen estrategias que les permitan resolver problemas de la vida cotidiana y que les preparen para aprovechar las oportunidades que la vida les ofrece.

lunes, 22 de marzo de 2010

La intemperie líquida


(Extraído de “Identidad y calidad frente a los retos de la inclusión y de la no violencia” - Guillermo Tanos, sdb)


“Los contextos actuales son más dinámicos y diversos. Se han multiplicado las maneras de ser niño, adolescente y joven: hay variedad de realidades, culturas, lenguajes juveniles y formas de vincularse.
El “cambio” define nuestro tiempo. Todos los tiempos han tenido mutaciones. El movimiento es la característica de los seres vivos y, por ende, somos continuamente “cambios”. Quizá la aceleración, lo desinstalante, cierta sensación de que no podemos manejarlo, nos impresiona en el cambio presente. Una imagen que describe esta realidad es la que usa Zygmunt Bauman: la liquidez… O aquella frase de la película “La Matrix”, que decía Morfeo: “¡Bienvenidos al desierto de lo real!”.

Nuestro tiempo podría definirse (o parecerse) a una intemperie líquida en la que muchos no logran hacer pié, pero algunos se ahogan más rápido…Jóvenes y adultos, tragados por el cambio, en que lo vertiginoso, muchas veces, los expulsa, los culpabiliza, los invisibiliza, los “envejece”. Así, los adolescentes y jóvenes son parte de esta “intemperie líquida”. En ellos hay una mezcla de represión y desinhibición con respeto a la sexualidad. Para ellos no hay reglas fijas (ropa sucia y rotosa, malas palabras, eructos, estornudos, escupidas) y todo es espontáneo. La publicidad y el consumo forman parte de sus vidas.
Esta cultura es amplia porque incorpora todo, mezcla el rock y la bailanta. Es como un gran collage donde coexisten indiscriminadamente varios elementos, y donde simplemente se los usa y no se elige. Muchos adolescentes y jóvenes forman parte “de una tribu” y es muy fuerte en ellos “la cultura de la noche”, negándose a dormir. (Cfr SILVIA DI SEGNI OBIOLS, 2007)
Los comportamientos actuales, que se manifiestan en el aula, superan la visión clásica de la disciplina que tenemos: faltas de puntualidad, cuchicheos, risas, cuestionamientos, provocaciones constantes al profesor, comentarios hirientes en voz alta acerca del profesor, de un compañero o de la propia tarea, insultos, pequeñas peleas y robos.

También se han visualizado con más fuerza las distintas formas de mal trato dentro de la escuela (Bullying). Las formas más comunes son, en primer lugar, la verbal (insultos), seguida del abuso físico (peleas, golpes, etc.) y el maltrato por aislamiento social (ignorar, rechazar, no dejar participar). Tampoco debemos desconocer el acoso sexual, la violencia de origen racista y la violencia de género. En el maltrato se participa como agresor, víctima y espectador. Lo cierto es que estos nuevos fenómenos han provocado una disminución en el rendimiento escolar de los alumnos y en el rendimiento profesional de los docentes. En estos originan frecuentemente serias alteraciones psíquicas (el estrés, la fatiga psíquica, la depresión y el síndrome del burnout (también llamado síndrome de “estar quemado” o de desgaste profesional). La vulnerabilidad es la dimensión transversal en esta realidad educativa; vulnerables son los educandos y vulnerables son los educadores.
El contexto de indefensión e inseguridad es el rasgo propio de nuestro tiempo, incluyendo la pobreza y la exclusión (expulsión). La “contracara” de una cultura violenta es una cultura de la vulnerabilidad donde los adolescentes y jóvenes están desprotegidos, estigmatizados por la sociedad, por la escuela, por la misma familia e incluso por ciertas propuestas de educación en la fe. Esto lleva a diversos comportamientos como la soledad y el desamparo, la baja autoestima, la identidad sexual no asumida, el sentimiento de omnipotencia, y la falta de proyección en la vida. Siempre está la tentación de no aceptar esta realidad y sentirnos extranjeros en este nuevo paradigma; estar pero sin sentirnos parte de esta cultura, recluidos en un mundo que ya no existe”.

sábado, 20 de marzo de 2010

¿Analfabetismo emocional?


(Extraído de la ponencia “Identidad y calidad frente a los retos de la inclusión y de la no violencia” - Guillermo Tanos, sdb)

“La narración, más de una vez desvalorizada porque no tiene la objetividad que garantiza algunas visiones científicas, abre nuevas fronteras a la ciencia pedagógica. La educación en un sentido interno es una narración donde el aprender es un “narrarse” y la narración es un “aprenderse”. Las narrativas, y en particular el relato, tienen un movimiento afectivo; cualquiera que sea su tema, nunca están ausentes los ritmos del sentimiento humano. (Cfr. RAFAGHELLI, 2009)

La función del docente consiste en hacer que el conocimiento (el mundo de las ciencias, el arte y la técnica) tenga una existencia para los educandos y que sea significativo para ellos. Tratar de que el conocimiento forme parte de los hechos, sueños, temores y esperanzas, desde la perspectiva de la vida de alguien y dentro del contexto de las emociones es lo mejor que le puede pasar a un proceso de aprendizaje.

La escuela puede ser una analfabeta emocional cuando sólo sabe presentar los contenidos desde la retórica objetivista. El contexto capitalista la ha impulsado a reducir el conocimiento a procedimientos estandarizados que determinan miradas frías y distantes de los contenidos de la enseñanza y el aprendizaje. “La narrativa se basa en un problema de la vida real…Un buen caso es un vehículo para que se lleve al aula un trozo de la realidad” (WASSERMAN, 1994).

El relato nos libra del tener que “siempre” presentar verdades ofreciendo pruebas que sostengan sus enunciados para convencer a otros de la validez del discurso. La narración humaniza el conocimiento y el pensamiento y le confiere (o da) un sentido de comprensión intentando poner al descubierto la acciones de los sujetos para indagar sus intenciones evitando convertirlas en verdades universales.

La narración es una forma de conocer el mundo. Los educandos manifiestan gran interés por las historias y los relatos. Por esta razón, muchos maestros los utilizan para enseñar gran variedad de temas escolares, y, más aún, cuando se trata de temas de Ciencias Sociales. Los relatos despiertan curiosidad por conocer el mundo, permiten imaginar otros mundos posibles y desplazarse en el tiempo y el espacio, entrar en la vida de otras personas y acompañarlas en sus aventuras, sufrir y gozar con ellas y, también, a través de ellas. Lo cierto es que sin narrarse y sin aprender en relación con los otros de muy poco sirve lo que brinda la escuela".

jueves, 18 de marzo de 2010

Escuela católica = Jesús vivo en la historia


(Extraido de la ponencia “De la identidad de la escuela católica”, Luis G. Benavides Ilizaliturri)

“(…) Quizá las preocupaciones “escolares”, en torno a las nuevas teorías sobre educación, el pesado fardo burocrático de los contenidos programáticos, la necesaria validez oficial de los estudios, la apremiante “certificación de la calidad” de nuestras instituciones que se imponen a la escuela moderna aunada a la profusa doctrina referida a la escuela “católica” llega a hacer sumamente complicada la definición concreta de la identidad.

No obstante, la Buena Nueva es para ser anunciada a los pobres, a los sencillos de corazón. ¿No nos estará sucediendo que al asumir la actitud del “Joven bueno” del evangelio finquemos la identidad de la escuela católica en el “cumplimiento” fiel de “los preceptos” y hayamos olvidado que ser discípulos de Jesús demanda decisiones “simples”, rompimientos “conceptuales” definitorios que en su sencillez no dejan de ser comprometedores?


La educación moderna es un proceso permanente que desata un movimiento social transformador para tomar en serio la vida y comprometerse con ella, no sólo la nuestra, sino también la vida de quienes carecen de seguridad, de dignidad, de los derechos más elementales, de los enfermos… también la vida de quienes ejercen poder y centran en él su existir, de quienes agreden la vida, de quienes buscan privilegios y pisotean la vida de los demás, de quienes usufructúan del consumo de otras vidas: para todos, la educación es instrumento de acercarlos al compromiso de Jesús, que debería ser también el compromiso de identidad de la escuela católica.


En definitiva, si la ecuación propuesta en líneas anteriores se puede hacer válida: escuela católica=Jesús vivo en la historia, entonces la escuela católica se habrá de “convertir” permanentemente en la historización del reinado de Dios".

martes, 16 de marzo de 2010

¿Tienen identidad las escuelas?


Extraído de la ponencia “De la identidad de la escuela católica”. Luis G. Benavides Ilizaliturri-CIEC, 2010

(…)¿Tienen identidad las escuelas?


"De cuanto he esbozado en páginas anteriores cabría preguntarse si las escuelas tienen identidad y en qué consiste esa identidad. Es un hecho que, al pasar por un edificio, fácilmente podemos identificarlo por la función que tiene: casa habitación, oficina, hospital, escuela. No necesariamentenecesitan estos edificios un letrero que los distinga, por más que su apariencia en ciertos casos engañe, pero al percatarnos de que su función no es la que adivinamos, asumimos a qué se parece: “Parece un búnker”, “Parece una cantina”, “Parece un hospital…”

Queda claro, sin embargo, que atribuimos identidad a las cosas por la función que les asignamos: por ejemplo, una silla exhibida en un museo ya no es-para-sentarse y se convierte en pieza para ser vista y relacionada con algún hecho específico histórico. De alguna manera, las cosas pierden su identidad. Pero esta identificación nunca es definitiva, pues la silla puede romperse y entonces la identificaremos como “trebejo inservible”.

La identidad de las cosas no necesariamente se concibe desde el ser de ellas, sino desde aquella que lingüística o históricamente les aplicamos. Por ello no deja de ser verdad que “el lenguaje es parte de la construcción de la identidad y, en ese sentido, el lenguaje no se constriñe a una forma racional de concebir la realidad” sino a una significación consensuada o generalmente aceptada. La forma de entender la identidad de las cosas está en permanente posibilidad de cambio y, por ello, no es inamovible ni se refiere a la inmutable “esencia de los seres”.


Por ello, la escuela no puede tener identidad como tal sino en relación con el mundo en que se encuentra, es decir, la escuela como tal, toma identidad si se la considera como formando parte de un conjunto que a su vez forma parte de otro conjunto más amplio y se encuadra en un entorno sociohistórico de nuestro mundo”.

domingo, 14 de marzo de 2010

La identidad es un camino por andar


(Extraido de la ponencia "De la identidad de la escuela Católica" de Luis G. Benavides Ilizaliturri)

... "Sin embargo, la identidad de la escuela católica no se da por la aceptación de estos señalamientos vaticanos, ni por la proclamación de los mismos. Ni siquiera por las estructuras, técnicas o estrategias de aprendizaje que se utilicen para que los estudiantes las asimilen como condición de “estancia” y permanencia en la escuela. Tampoco basta la declaración oficial de pertenencia a una comunidad, a una Iglesia (la católica) ni siquiera el registro episcopal lo que da identidad a una escuela católica… y, a mi entender, tampoco hace católica a una escuela el que asegure para sus estudiantes la enseñanza del catecismo ni el compromiso de inculcar los valores cristianos…

¿Entonces? Sigo pensando que el intento es complejo, porque lograr una identidad no es ni unicausal ni bi-unívoco, tampoco, insisto, es un logro: es siempre un camino por andar…
Las reflexiones que coloqué como antecedente del problema de la identidad pueden aclarar el camino de modo que éste sea simultánea y concomitantemente causa y efecto de un transcurso identificatorio, porque la identidad es siempre un proceso, nunca es un “estado”: por ello afirmé que se trata de una tarea (Aufgabe) nunca terminada. En este sentido quiero proponer cuestionamientos en torno a ese proceso de identificación de la escuela católica en el campo amplio de la educación cristiana que está vinculado con la utopía de Jesús de Nazaret. Porque una utopía es siempre orientadora, dadora de sentido y dirección al ser, al actuar, al desear y al
pensar humanos –y ¡también al soñar!. En los Evangelios42 de Lucas y Mateo se nos narra cómo Juan Bautista, desde la cárcel, envía a sus discípulos para que Jesús se autodefina. Jesús revela su identidad no por lo que dicen o creen otros sobre Él, ni por referencia a lo que Él dice de sí mismo, sino por su “desempeño”:
“Vayan y cuenten a Juan lo que han visto y oído: los ciegos ven, los cojos andan, los leprosos quedan limpios, los sordos oyen, los muertos resucitan, se anuncia a los pobres la Buena Nueva”.

Este rasgo del quehacer de Jesús es la “historia” que le da a Jesús su “identidad”pues es la manifestación clara de que el reinado de Dios está presente en Él. Creo que este es un tema sobre el que se debe ahondar, particularmente porque, como loseñala muy bien el Documento Conciliar antes citado, para la Escuela Católica Jesucristo es el centro. Ahora bien, es importante no perder de vista que Jesús tiene un claro proyecto por el cual da Su vida. Este proyecto de Jesús no puede considerarse solamente como un compromiso subjetivo que propicia la educación en las escuelas católicas, para crear un ámbito de comunidad escolar animado por el espíritu evangélico de libertad y de amor, ni tampoco puede consistir solamente en desatar una actividad “comprometida” por erradicar la injusticia social, la transformación de las estructuras opresoras para quelos ciegos vean, los cojos anden, los sordos oigan y se anuncie a los pobres la Buena Nueva.

La identificación con la “obra de Jesús” exige una identificación “personal” con Él y por lo tanto con Su proyecto de vida: el Reinado de Dios, pero este proyecto no se da en acciones aisladas, sino en fenómenos vitales en los que concurre una “familia” (¿quantum?) de valores, actitudes, esperanzas, acciones, intenciones, perspectivas, etc. que van más allá de las acciones mismas".


viernes, 12 de marzo de 2010

La ideas se tienen, en las creencias se está




Extraído de la ponencia “Los retos de la escuela católica” (Congreso de la CIEC en Santo Domingo, República Dominicana)

“Decía Ortega y Gasset que las ideas se tienen, en las creencias se está. Pues bien la pregunta es ¿en qué creencias estamos como escuela católica? ¿Cuáles son mis creencias como educador cristiano sobre la vida, sobre el mundo? ¿Nacen de verdad mis creencias del evangelio? ¿Lo considero como fuente radical de aquellas creencias en las que yo vivo, en las que estoy, y en las creencias que alimentan mi práctica educativa? La escuela católica necesita urgentemente recuperar la auténtica fuente de sus creencias: el evangelio del Maestro.


Estamos muy tentados de pensar la escuela católica a partir de lo que se nos pide desde fuera, de lo que nos va a asegurar el éxito social y olvidamos nuestra fuente y nuestro sentido. Debemos promover una lectura dinámica de la tradición de la escuela católica renovándola desde su vocación más original. Nacimos con una clara referencia a la fe. Nuestros fundadores llegaron a la educación desde la fe, no lo olvidemos nunca.


Desgraciadamente en algunos lugares de la escuela católica estamos en la educación y desde ahí queremos llegar a la fe. Como hemos visto antes, de la experiencia cristiana se deducen directamente proyectos educativos de gran potencial que deberíamos constantemente renovar para seguir siendo fieles a la misión que tenemos dentro de la Iglesia. Esto significa que debemos inter-cambiar y com-partir de manera sistemática nuestras creencias en todos los niveles de la escuela católica: continental, nacional, congregacional, de escuela, etc.



Este itinerario empieza por el esfuerzo de verbalizar de verdad las creencias en las que estamos. A partir de ahí, contrastarlas con la fuente profundizando en su potencial de felicidad, hasta llegar a un proyecto educativo compartido en todos esos niveles. Se trata de con-fesar, es decir compartir nuestras es, nuestras creencias internamente”.

(Fotos de la participación de nuestras HH Oliva y Yomaris en el Congreso)


miércoles, 10 de marzo de 2010

Calidad en la Escuela Católica


(Extraído de la ponencia de Dr. José Manuel Velasco “Primer Horizonte: Identidad de la Escuela Católica”, Congreso de la CIEC)

13. La calidad de la educación: aspiración constante y reto actual
La escuela católica urge que se vaya más allá de la tradicional manera de medir el quehacer educativo, mediante el cumplimiento de los requisitos establecidos por algunas normatividades y desde un enfoque exclusivo de la eficiencia y la eficacia. Para cumplir este anhelo se hace necesario, al buscar y trabajar por la calidad, incluir también componentes específicos de nuestra identidad educativa.

13.1. Algunos componentes de la identidad
• Los elementos imprescindibles de la identidad, vertidos retadoramente en un proyecto educativo coherente.
• La formación de la persona desde una visión cristiana.
• El compromiso de los miembros de la Institución, llamados a incidir en la sociedad desde su palabra y su testimonio de vida.
• La transversalidad de los valores cristianos y humanos en todo el currículo y en plan de estudios.
• La atención educativa concreta a los más pobres, como manifestación de una educación inclusiva e integral.

13.2. Algunos componentes de las normatividades
• La eficiencia en el campo pedagógico y en la gestión institucional.
• La autoformación y capacitación permanente de todos los integrantes de la comunidad educativa.
• La implementación oportuna y con sentido educativo de recursos técnicos y tecnológicos acordes a las necesidades y exigencias actuales.
• Contenidos de enseñanza, tanto para los objetivos de desarrollo del país, como para el desarrollo integral de los estudiantes.
• La formación continua de todos los integrantes de la comunidad educativa.

14. La calidad exige apertura
La escuela católica debe estar en relación constante con otras instituciones, manteniéndose abierta a la situación política, económica, cultural y social de nuestros países, del continente y del mundo. Por ello, nuestra escuela católica no debe estar reservada a los católicos, sino abierta a todos los que aprecian una propuesta educativa cualificada. Así se garantizan el pluralismo cultural y educativo, y sobretodo, la libertad y derechos de la familia. Hay que tener en cuenta que los ambientes pluralistas ayudan a la humanización de la persona, ya que desarrollan virtudes como la tolerancia, la escucha, el respeto y la paz.

15. La calidad obliga un trabajo conjunto
Nuestras escuelas deben apoyarse mutuamente, con mayor razón si están ubicadas en la misma población y país. Pero no debemos perder de vista nuestra organización en la CIEC, que nos abre posibilidades insospechadas de mayor comunión, cooperación y servicio. Entre las posibilidades se mencionan la elaboración de materiales educativos de excelencia, para utilización común, y Creación de una editorial competente que ofrezca enfoque, identidad y calidad.

lunes, 8 de marzo de 2010

Homenaje a la mujer maestra


(De "La Oración de la Maestra" de Gabriela Mistral)

"¡Señor! Tú que enseñaste, perdona que yo enseñe;

que lleve el nombre de maestra, que Tú llevaste por la Tierra.

Dame el amor único de mi escuela; que ni la quemadura de la belleza

sea capaz de robarle mi ternura de todos los instantes.

Maestro, hazme perdurable el fervor y pasajero el desencanto.

Arranca de mí este impuro deseo de justicia que aún me turba,

la mezquina insinuación de protesta que sube de mí cuando me hieren.

No me duela la incomprensión ni me entristezca el olvido de las que enseñé.

Dame el ser más madre que las madres,

para poder amar y defender como ellas lo que no es carne de mis carnes.

Dame que alcance a hacer de una de mis niñas mi verso perfecto

y a dejarte en ella clavada mi más penetrante melodía,

para cuando mis labios no canten más.

Muéstrame posible tu Evangelio en mi tiempo,

para que no renuncie a la batalla de cada día y de cada hora por él.

Pon en mi escuela democrática

el resplandor que se cernía sobre tu corro de niños descalzos.

Hazme fuerte, aun en mi desvalimiento de mujer, y de mujer pobre;

hazme despreciadora de todo poder que no sea puro,

de toda presión que no sea la de tu voluntad ardiente sobre mi vida.

¡Amigo, acompáñame! ¡Sostenme! Muchas veces no tendré sino a Ti a mi lado.

Dame sencillez y dame profundidad;

líbrame de ser complicada o banal en mi lección cotidiana.

Dame el levantar los ojos de mi pecho con heridas,

al entrar cada mañana a mi escuela.

Que no lleve a mi mesa de trabajo mis pequeños afanes materiales,

mis mezquinos dolores de cada hora.

Aligérame la mano en el castigo y suavízamela más en la caricia.

¡Reprenda con dolor, para saber que he corregido amando!

Haz que haga de espíritu mi escuela de ladrillos".

viernes, 5 de marzo de 2010

El nuevo contexto de la escuela católica



(Continuación)
"1. EL NUEVO CONTEXTO DE LA ESCUELA CATOLICA

1.1 Contexto socio-cultural: la institución escolar, independientemente de que sea católica o no, se encuentra afectada e interpelada por los movimientos socioculturales del momento. De una forma o de otra debe reaccionar ante ellos e intentar discernir la respuesta adecuada. Dos factores resaltan en este contexto:

a) El pluralismo que caracteriza la sociedad actual incide de manera especial en el campo educativo, al quedar descartado un sistema único de pensamiento, al estar en entredicho una jerarquía única de valores, al multiplicarse indefinidamente las ofertas de comprensión del mundo y de orientación de la vida. El pluralismo social, con sus indudables aspectos positivos, favorece el relativismo, el pensamiento débil y la religión a la carta; la indefinición como manera de vivir y el rechazo de las opciones que comprometen la vida en una determinada dirección. El desafío que tiene planteada la escuela católica en este contexto pluralista, no se reduce a enseñar a usar la libertad, tarea esencial en su labor educativa, sino que ha de plantearse una coherencia de vida desde todo el proyecto educativo, a partir de los valores que en él proclama y ayuda a cada educando a edificar su propia identidad. Simultáneamente, ha de educar en la tolerancia y la cooperación, pues nadie es poseedor de toda la verdad.

b) La secularización, que ha rescatado la autonomía del hombre y de la naturaleza frente a la omnipresencia de lo sagrado y la religión. El proceso de secularización no se limita a afirmar lo humano, sino que, frecuentemente, degenera en secularismo y pretende anular cualquier relación de trascendencia. De esta forma se promueve la indiferencia religiosa y se facilita el paso al materialismo y al ateísmo práctico. La faceta negativa de la secularización pone en entredicho la dimensión cristiana de la escuela; incluso se la tacha frecuentemente de anacrónica. La comunidad cristiana que anima la escuela católica tiene el reto de hacer de ella un signo de la encarnación de Dios en el mundo al unir calidad humana escolar y educación cristiana. También tiene el reto de convertir el ámbito de la escuela en un espacio de comunión, en un centro de experimentación de los valores más representativos del Reino".

(De la ponencia “La Pastoral Educativa en la Escuela”, de Jesús Triguero Juanes, en el CIEC-Santo Domingo, República Dominicana)

miércoles, 3 de marzo de 2010

iGeneración



“¿Sabía usted que más de 800.000 jóvenes se reunieron en España para debatir el futuro de la universidad? Seguro que ni se enteró ¡y eran 800.000! porque no salió en la prensa ni en los lugares que probablemente usted frecuenta: sucedió en la red social Tuenti, donde sólo se entra por invitación y dos tercios de los usuarios tienen menos de 25 años de edad.
Las redes sociales son ahora la gran herramienta de participación de los jóvenes. Y al estar a menudo ocultas a la vista de los mayores, parecería como que ni debaten ni se preocupan por los asuntos públicos. Pero el bullicio es constante porque están permanentemente conectados y agrupados en múltiples redes que se solapan y se confunden: otro de los distintivos de la llamada iGeneración.
En la red social Tuenti se envían 80 millones de mensajes al día y se bajan más de cinco millones de vídeos. No todo es política y partidos, naturalmente, pero hay mucho más debate político del que se cree.
"No hay grandísimos cambios entre generaciones, lo que sucede es que ahora se usan otras herramientas", apunta Javier Elzo, catedrático de Sociología de la Universidad de Deusto. Elzo, que desde la década de 1980 colabora en la gran radiografía de la juventud española que impulsa la Fundación Santa María, opina que los jóvenes han evolucionado exactamente en la misma línea que lo ha hecho la sociedad en su conjunto: "Son más individualistas y menos comunitaristas, como la sociedad, de la que los jóvenes son un reflejo".
Las causas que más mueven a los jóvenes de hoy son internacionalistas: la lucha contra el hambre, la defensa de la naturaleza y los derechos humanos les motivan mucho más que la bandera española, según el CIS. No deja de ser una consecuencia de los cambios que ha introducido la revolución tecnológica: "El mundo de los jóvenes es ahora mucho menos local", apunta Lourdes Gaitán, del Grupo de Infancia y Adolescencia del Colegio de Sociólogos de Madrid.
Ello ayuda a explicar alguna de las aparentes contradicciones de los jóvenes, capaces de moverse por la causa más lejana y mantenerse quizá impasibles si despiden al vecino. Será paradójico, pero su mundo ya es todo el mundo.
No hay adolescente ni joven que no esté en contacto diario con amigos virtuales al otro extremo del planeta, a los que además esperan conocer en algún viaje más pronto que tarde. "Los jóvenes, que son nativos digitales, han pasado de la aldea global a la comunidad de vecinos global", sostiene Julio Camacho, director del Observatorio de la Juventud en España, que lleva 25 años oteando a los jóvenes de este país desde la Administración.
La gran novedad, de efectos revolucionarios, es en su opinión la tecnología. "Implica una nueva estructura mental cognitiva: es como aprender un lenguaje de niño en lugar de estudiarlo de mayor", insiste Camacho.

PERE RUSIÑOL / JAVIER SALAS (del artículo “La generación Perpleja”, en .publico.es)

lunes, 1 de marzo de 2010

En el Congreso de la CIEC


En el XXII Congreso de la Confederación Interamericana de Educación Católica (CIEC), con el tema: “La calidad de la educación en el siglo XXI, desde nuestra identidad”, realizado en Santo Domingo, RD, de 25 a 28 de enero de 2010, participaron las Hijas de Jesús Oliva Hernando y Yomaris Tolentino, además de varios docentes de nuestras escuelas en República Dominicana.
Ya fue introducido el tema en entrada anterior, y, a partir de ésta, se irán ofreciendo textos o comentarios a respecto de las siete ponencias del Congreso.

Introducción a la ponencia “La Pastoral Educativa en la Escuela”, de Jesús Triguero Juanes

"La presente ponencia tiene como principal objetivo proponer el marco orientador de la pastoral que debe caracterizar a la escuela católica; pretende también ser una declaración y un instrumento para el diálogo con las diversas instancias eclesiales y con los demás documentos que en los últimos años han ido aclarando la identidad y misión de la escuela católica.
No se quiere limitar a describir lo que ya se viene haciendo, sino que, impulsados por la misión recibida de la Iglesia, se desea señalar caminos por donde avanzar, a riesgo de parecer utópicos en ocasiones. Profético es el calificativo que mejor convendría al Proyecto Educativo de la escuela católica.
Conscientes de nuestra identidad y de la misión que la Iglesia nos ha confiado en reconocimiento a nuestro carisma, queremos reanimar y encauzar adecuadamente este enorme potencial evangelizador que supone la escuela católica, al servicio de la Iglesia en sus diócesis.
Las escuelas católicas se debaten hoy, en la lucha por la supervivencia, acosadas por exigencias legales o legalistas que amenazan con ahogarlas. Al mismo tiempo, se constata en muchas de ellas una situación de perplejidad en lo que respecta a sus funciones pastorales, provocada por los cambios que ha tenido la sociedad, pero también por la evolución institucional en el interior de la Iglesia. A veces, los planes pastorales de las diócesis marginan la oferta evangelizadora de la escuela católica o la consideran de segundo orden. Felizmente, es ésta una situación que tiende a remediarse.

(Continuará)