miércoles, 20 de enero de 2010

El chico que domó el viento


















William Kamkwamba, nacido en Malaui hace 23 años, consiguió, con dos libros de física elemental y basura diversa, generar energía eólica que hoy abastece a su pueblo en el interior de África. Esta gesta la inició con 14 años. Dos meses después de iniciar su trabajo irguió una torre de cinco metros de altura. Entonces, con una rueda de bicicleta, piezas de un tractor y caños de plástico conectados en lo alto de la estructura, el viento hizo girar las palas. William conectó un cable y una lámpara se encendió. El chico acababa de generar electricidad.

Él cuenta, en sus múltiples charlas por el mundo, que en el año 2000 hubo una seca terrible en su tierra, dejando gran parte de la población de Malaui en situación desesperada. Con las cosechas diezmadas drásticamente, las personas empezaron a pasar hambre. “Mis familiares y amigos fueron obligados a cavar en la tierra para encontrar raíces, cáscaras de plátanos, o cualquier cosa para forrar el estómago”. La miseria le impidió continuar en la escuela, que exigía una tasa anual de US $ 80. Si se siguiese la lógica que acaba con muchos jóvenes en la misma situación, su destino estaba marcado: “Si no vas a la escuela, vas a trabajar en el campo, donde no se garantiza el resultado, porque depende del sol y de la lluvia, del precio de las semillas y de los abonos”.

Para escapar de esta sentencia, empezó a frecuentar una biblioteca comunitaria a 2 Km. de su casa. Allí encontró libros de ciencias donados por Inglaterra y EEUU. Particularmente dos de física. El primero explicaba cómo funcionan motores y generadores; el otro libro se llamaba “Usando Energía”. Aunque no entendía bien el inglés, ayudado por los dibujos, se decidió a construir uno de aquellos molinos, pues, si consiguiese sacar agua del pozo para irrigar el terreno, su padre podría tener dos cosechas al año. Como no consiguió las piezas necesarias para bombear el agua, empezó a pensar en un molino que generase electricidad. Y lo consiguió.


La historia llegó a los oídos del director de la ONG que mantenía la biblioteca, que trajo a la prensa. De ahí alcanzó al director del programa TEDGlobal que divulga ideas creativas e innovadoras, convidándolo para una conferencia en Tanzania. Después de cinco años volvió a la escuela, fue a Inglaterra a estudiar en las vacaciones, y ahora actualmente está en la Academia de Líderes Africanos en Johannesburgo, que reúne estudiantes de 42 países con el objetivo de formar el próximo relevo de líderes de África.

Su deseo y sueño actual es volver a Malaui y conseguir energía barata y renovable en los pueblos, e así implementar el bombeo de agua en todas las ciudades, afirmando: “En vez de esperar a que el gobierno traiga la electricidad, vamos a construir molinos de viento para generarla nosotros mismos”.

1 comentario:

Unknown dijo...

VI la película y me encantó
Un verdadero ejemplo de fuerza y superación