lunes, 4 de enero de 2010

Donde está nuestra esperanza


El Papa rezando en el Belén de la Plaza de San Pedro

“En este domingo – segundo después de Navidad y primero del nuevo año, me alegro de renovar mis deseos de todo bien para vosotros, en el Señor. Problemas no faltan en la Iglesia y en el mundo, como también en la vida cotidiana de las familias. Pero, gracias a Dios nuestra esperanza no se basa en pronósticos improbables ni en previsiones económicas, aunque sean importantes.

Nosotros confiamos en Dios que en Jesucristo ha revelado de modo completo y definitivo su voluntad de estar con el ser humano, compartir su historia, para guiarnos a todos a su Reino de amor y de vida.

Queridos amigos, esta es la verdadera razón de esperanza de la humanidad: la historia está llena de sentido porque está “habitada” por la Sabiduría de Dios. Pero el proyecto divino no se cumple automáticamente, porque es un proyecto de amor, y el amor genera libertad y pide libertad. El Reino de Dios viene ciertamente, y ya está presente en la historia y, gracias a la venida de Cristo, ya ha vencido las fuerzas negativas del mal. Pero cada hombre y mujer es responsable de acogerlo en su propia vida, día tras día. Por eso también el 2010 será más o menos “bueno” en la medida en que cada uno, según su propia responsabilidad, sepa colaborar con la gracia de Dios.

Miremos a la Virgen María para aprender de Ella: el Hijo de Dios se hizo carne en Ella con su consentimiento. Toda vez que el Señor quiere dar un paso adelante, juntamente con nosotros, hacia la “tierra prometida”, llama primero a nuestro corazón, espera, por así decir, nuestro “sí”, cuando hacemos nuestras opciones en cosas pequeñas o en las grandes.

Que María nos ayude a acoger siempre la voluntad de Dios, con humildad y coraje, para que también las pruebas y los sufrimientos de la vida cooperen a acelerar la venida de su Reino de justicia y de paz”.

(Benedicto XVI, en el Ángelus del día 03/01/10)

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