viernes, 16 de octubre de 2009

Sobre la escuela en Bolivia


“SALVEMOS A BOLIVIA DE LA ESCUELA” (P. Gregorio Iriarte o.m.i.)
(Ideas tomadas del libro “Educación: Falencias, desafíos, propuestas”, octubre 2009)

“Salvemos a Bolivia de la escuela”, así se titulaba un impactante libro que hace unos 30 años escribió el gran investigador Don Mariano Baptista Gumucio, que sería Ministro de Educación tres veces y en distintos Gobiernos.
He querido actualizar las originales y cuestionadoras ideas de D. Mariano aplicándolas a la realidad actual de nuestro sistema educativo.
Podríamos sintetizar en unas pocas frases el contenido del libro que presentamos en esta II Feria del Libro de Cochabamba, titulado “Educación: Falencias, desafíos y propuestas”. Uno de esos principios innovadores los podríamos sintetizar en la siguiente frase: “Toda auténtica educación es siempre auto-educación y en ella el sujeto y protagonista es el educando no el educador”
Nuestro sistema educativo, en el mejor de los casos, instruye pero no educa.
Trasmite datos y conocimientos pero no forma en valores. Prepara para el examen, pero no para la vida. No parte de la centralidad del alumno, sino del autoritarismo del profesor.
No acepta que toda auténtica educación es auto-educación. Instruye, adoctrina, domestica… , pero no forma en criterios morales ni ofrece orientaciones éticas para a vida de nuestra juventud. Permanece centrado en metodologías memorísticas y repetitivas.
Sin embargo, cada persona es sujeto de sí mismo, de ahí que toda educación deba ser autónoma.
No se educa cuando se impone el sometimiento, sino cuando se estimula a que cada uno ejerza su propia libertad.
No se educa cuando se castiga, sino cuando se logra que cada uno se imponga su propia sanción.
Desarrollar la autoestima y la inteligencia emocional es mucho más eficaz que los reproches, las amenazas y las descalificaciones.
Nuestro sistema educativo vive ajeno a los grandes desafíos de la post-modernidad y no responde a los retos de la sociedad actual.
Ignora la necesaria formación frente a las nuevas tecnologías así como el desarrollo de la propia identidad del educando que es la base de una verdadera descolonización.
No incentiva la creatividad, ni forma la conciencia crítica, ni educa en los valores de la democracia, ni en la participación ciudadana.
Desconoce los amenazantes desafíos ecológicos y del cambio climático, permaneciendo indiferente ante la urgencia de la formación para la defensa de la naturaleza.

Lo más importante del mundo es la educación. La crisis que vivimos es una crisis de valores que el proceso educativo no ha sabido orientar.
Educar es aprender a “ser”. Educación es humanizar humanizándonos.

Si no cambia profundamente nuestro obsoleto sistema educativo y, sobre todo, si no cambia nuestro magisterio y sigue impertérrito en su actitud tradicional de trasmitir datos y conocimientos, nada cambiará en Bolivia. Los cambios fundamentales se dan siempre a nivel de la conciencia de las personas.

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