lunes, 5 de octubre de 2009

Capacidades cerebrales



Estrategias para el desarrollo de las capacidades cerebrales.
Marta Vélez de Fonnegra

(Congreso Internacional de Educación en Medellín)
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En el siglo XX e inicios del XXI, la educación se relaciona con la línea filosófica del positivis­mo y el método científico. Sin embargo, es importante señalar que la ciencia de este siglo se está caracterizando por un continuo desarrollo tecnológico y lo que se ha llamado la revolución biotecnológica; hecho, que de alguna manera ha sugerido la necesidad de la renovación y actualización de las ideas que tienen que ver con el conocimiento, el apren­dizaje y la educación.
Además, se sabe cómo funciona el cerebro, se habla de un hemisferio cerebral iz­quierdo, lógico, analítico, paso a paso, matemático, experimental, causa-efecto, el cere­bro de la educación occidental. Bajo su esquema de funcionamiento se ha desarrollado la educación positivista y su método científico, que todavía caracteriza nuestras escuelas. Sin embargo, en este momento, se aprende sobre un hemisferio cerebral derecho, crea­tivo, lleno de figuras y colores, total, global, espacial, espiritual. Un hemisferio cerebral poco usado por los escolares y docentes.
Durante, este cambio de paradigma surge el Proyecto Espiga –estrategias de supe­raprendizaje, programación neurolingüística, inteligencias múltiples, gimnasia cerebral y mandalas para lograr un aprendizaje acelerado, sin estrés– como un proyecto educativo basado en la neurociencia y la complejidad, propuesta que favorece el desarrollo de las capacidades cerebrales a través de la comprensión y aplicación de estrategias que ayudan al individuo a entender el mundo en el cual vive, a cavilar sobre las nuevas tendencias tecnológicas, a indagar sobre la transdisciplinariedad del conocimiento, a pensar en el respeto por la diversidad y a reconocer la complejidad del momento histórico que le ha tocado vivir, asumiendo el derecho que tiene como ser humano de pensar y ser diferente a otros seres de su misma especie.
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En otro orden de ideas, sabemos que la escuela de hoy se basa en una enseñanza parcelada. Educación que desde niños solo nos ha permitido observar el entorno y la realidad en pedazos llamados materias, asignaturas o disciplinas (términos usados para denominar su estructura), basadas en los lineamientos positivistas y cartesianos, mos­trándonos un mundo dividido, separado, con grupos sociales viviendo cada uno su propia realidad. Esta cultura educativa se ha caracterizado por la especialización que divide el todo y que obstaculiza la visión periférica del entorno y del mundo.
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Es interesante saber que los pueblos antiguos no conocían la escuela como tal, sin embargo educaban y formaban a su gente desde la interacción social, obligatoria y nece­saria para la permanencia y convivencia del hombre como ser comunitario. Sin embargo, la educación como se conoce, se asocia con la instrucción sistemática y metódica basada en una enseñanza parcelada, simbolizada por el lugar donde se socializa, el patrón en el cual se cree como sociedad y el que está instalado en la escuela de hoy. Se podría decir que con este paradigma educativo, el hombre a través de la historia ha logrado desa­rrollar algunas capacidades importantes del cerebro como la memoria, el lenguaje y el cálculo y que el modelo tradicional ha formado individuos que responden a lineamientos previamente establecidos de manera mecánica, obviando la posibilidad de reconocerse a si mismo o a su “yo interno”.

(Continuará)

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