viernes, 9 de octubre de 2009

Educación y museos


La ciencia en la vida cotidiana
María Cristina Ruiz
(Congreso Internacional de Educación en Medellín)

(Extractos)
Introducción
Los museos y centros de ciencia, se han convertido en espacios de formación ciudadana en los que la asociación con la escuela formal es posible y necesaria. Sin embargo, tal vin­culación no siempre es entendida o no se hace evidente.
(…)
Breve historia…
Los museos se enmarcan en una muy antigua tradición; podemos hablar de colecciones desde el surgimiento mismo de la humanidad. El hombre atesora, colecciona y se deleita; no obstante, hablar de museo, en el sentido moderno del término, es algo realmente reciente.
(…)
La educación es una de las vocaciones fundamentales del museo, pese a que aún no es bien reconocida e, incluso, no es bien entendida. Lamentablemente, en muchos museos, el área de educación es incipiente o ni siquiera está pensada como un programa transversal a otras áreas del museo. Por otro lado, en buena parte del público existe la creencia del museo como espacio para hacer tareas o para subsanar las deficiencias de la escuela.
(…)
Ambientes de aprendizaje
Los centros de ciencia, y en general los museos, como lo mencionábamos anteriormente, tienen una vocación educativa central, pero ¿cómo y en qué condiciones se da esta orien­tación? Margarita Cuesta (2000), investigadora española, citando a G. Hein (1998), nos da algunas luces al respecto:
El proceso de aprendizaje en los museos tiene unas características específicas. Se realiza de forma espontánea, individualizada y no puede ser impuesta ya que cada persona llega con un bagaje de conocimientos experiencias, actitudes e intereses muy diferentes (Hein, G., 1998). Esto que se puede afirmar de cualquier tipo de museo, es especialmente aplicable a los museos y centros de ciencia. Tanto los objetivos como las actividades de estas institu­ciones tienen como finalidad un acercamiento entre la ciencia y el visitante por medio de experiencias interactivas, demostraciones y otras formas de comunicación, que permiten una mayor comprensión de los fenómenos que tienen lugar en la naturaleza.
El reconocimiento de los intereses y expectativas de los visitantes es fundamental para que puedan darse situaciones en las que el museo o centro de ciencias sea realmente una experiencia grata o significativa.

(...)
Nos hemos enfocado sobre el aprendizaje que ocurre en los museos, ya que este enfoque nos permite hacer concreto y tangible lo que es inherentemente abstracto e intangible. Como hemos repetidamente acentuado, el dónde y el por qué del aprendizaje no hace la diferencia. Aunque esto es probablemente verdad en algún nivel neurológico fundamental, aprender es aprender, la mejor evidencia indica que en el nivel individual, en el mundo real, el aprendizaje funcionalmente difiere dependiendo de las condiciones bajo las cuales él ocurre. Por eso, el aprendizaje en museos es diferente del aprendizaje en cualquier otro escenario en virtud de la naturaleza única de su contexto.
(...)
Esta característica de lo que podríamos llamar aprendizaje en museos y centros de cien­cia, presenta claras y obvias diferencias con el contexto de la escuela formal. Ello es fun­damental para entender que los museos no pretenden reemplazar los procesos que se dan en la escuela, ni suplir sus deficiencias, sino que en realidad se plantean como socios de la educación formal en la medida en que pueden ofrecer contenidos novedosos, escenarios para la experimentación y la comprobación de fenómenos que la escuela no posee, pero más importante aun, los museos pueden (y deben tener) áreas educativas orientadas a pensar programas que cualifiquen la experiencia de los visitantes teniendo en cuenta sus fortalezas, funciones y posibilidades.

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