viernes, 23 de enero de 2009

Pedagogía ignaciana - un planteamiento práctico








(17) La misión (...), es «el servicio de la fe, de la que la promoción de la justicia es un ele­mento esencial». Es una misión enraizada en la creencia de que un mundo nuevo de justicia, amor y paz necesita personas formadas en la competencia profe­sional, en la responsa­bilidad y en la compasión; hombres y mujeres que estén preparados para acoger y promover todo lo realmente humano, que estén com­pro­metidos en el traba­jo por la libertad y dignidad de todos los pueblos, y ten­gan voluntad de hacerlo así en cooperación con otros igualmente dedicados a modificar la sociedad y sus estruc­tu­ras.


Necesitamos personas perseverantes y capaces de renovar nuestros sistemas sociales, económicos y políticos de tal ma­ne­ra que fomenten y preserven nuestra común humanidad, y liberen a las per­so­nas para dedicarse generosamente al amor y cuidado de los demás. Nece­si­ta­mos personas, educadas en la fe y la justicia, que tengan la convicción pode­rosa y siempre creciente de que pueden llegar a ser defensores eficaces, agen­tes y modelos de la justicia, del amor y de la paz de Dios, en y más allá de las opor­tunidades habituales de la vida y el trabajo diarios.

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