martes, 24 de marzo de 2009

Inculturación y servicio educativo en África

(Extraído del Instrumento de Trabajo del próximo Sínodo de los Obispos de África)

73. O Evangelio se enraíza en el terreno humano de la cultura. Las sociedades africanas asisten, impotentes, a la erosión de sus culturas. La Iglesia solo puede formar auténticos cristianos si encara con seriedad el enraizamiento cultural del mensaje evangélico. En este año Jubilar de San Pablo, las Iglesias particulares desean ardientemente que los Padres sinodales coloquen esta figura en el centro de sus reflexiones, pues el Apóstol fue un artífice excepcional de la inculturación del mensaje bíblico en los nuevos contextos culturales. Es lo que la Iglesia es llamada a hacer también hoy. Ella debe hacer penetrar la Palabra de Dios en la pluralidad de las culturas y expresarla según sus lenguajes, sus concepciones, sus símbolos y sus tradiciones religiosas.

97. En el sector de la educación, numerosas Iglesias particulares colocaron en marcha estructuras, no sin dificultades. Pero su gestión es difícil a causa del número excesivo de jóvenes y de la falta de personal cualificado. Porque los jóvenes no tienen espacios de ocio, y de juegos para los recreos, se divierten en lugares donde las malas compañías los arrastran a la droga, a la violencia. Además se tornan víctimas de abusos sexuales y de otros crímenes, cuando no son requisitados como soldados en las guerras o explorados por el trabajo en los campos o en las minas. La situación empeora cuando se trata de huérfanos o, más genéricamente, cuando falta el interés, el acompañamiento y el control de la familia. Trabajar con la juventud y para ella, es pensar en el futuro de toda la sociedad. Esta tarea se impone, por eso, a todos los cristianos. Las escuelas católicas comparten esta preocupación, pero las que no se benefician de subvenciones del estado, difícilmente se mantienen, o se mantienen con costos prohibitivos para los pobres. A pesar de todo el desarrollo de las universidades católicas en el continente es notable. La dedicación y atención a los estudiantes de enseñanza secundaria y universitaria por parte de todos los que trabajan en el sector educativo son dignos de admiración y merecen el estímulo de toda la Iglesia.


133. Involucrarse la Iglesia en el sistema educativo es un acto evangélico mayor para salvar a todo el hombre, de modo a preparar para mañana una sociedad sana, pacífica y responsable. En las regiones o países donde las instituciones de la Iglesia fueron confiscadas por el estado, se han hecho esfuerzos para invertirlo de tal modo que vuelvan a estar a servicio de la población.


134. Para que los servicios educativos se tornen mejores, es necesario perfeccionar las condiciones de quienes enseñan y su competencia; ofrecer, en convenios con el Estado, una formación escolar al alcance de todos; incluir a los padres por medio de asociaciones y seminarios sobre la educación; proponer un programa de educación integral (intelectual, moral, espiritual, humana y profesional), estimular las tutorías y los intercambios de programas, reconocer los méritos y tomar iniciativas de autofinanciación. Estas son vías importantes para un futuro de paz y bienestar.


141. Los jóvenes católicos de ciertas regiones son propagadores de los valores evangélicos. Transmiten aquello que ellos mismos recibieron a través de una educación cristiana para la vida y el amor. Cabe por eso a todos los adultos cristianos al tarea de transmitir a la juventud los valores del discípulo de Cristo para que, por su vez, se tornen sal y luz. Esta transmisión será más eficaz si los jóvenes entran en contacto con verdaderos líderes que encarnen los valores que les son enseñados a través del ejemplo, el esfuerzo, la asiduidad al trabajo, y cuyo ejemplo es una palabra verdaderamente formativa.

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