miércoles, 4 de febrero de 2009

Construir juntos una nueva sociedad



El Papa habla a los sindicalistas católicos

(Extraído de Zenit, 02-02-09)

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Hace 60 años, la CISL (Confederación Italiana Sindical de los Trabajadores) daba sus primeros pasos tomando parte activa en la fundación del sindicato libre internacional y contribuía a la naciente entidad con el fundamento en los principios de la doctrina social de la Iglesia y la práctica de un sindicalismo libre y autónomo de facciones políticas y de los partidos.

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En el pleno respeto de la legítima autonomía de toda institución, la Iglesia, experta en humanidad, no se cansa de ofrecer la contribución de su enseñanza y de su experiencia a aquellos que pretenden servir a la causa del hombre, del trabajo y del progreso, de la justicia social y de la paz. Su atención a las problemáticas sociales ha crecido a lo largo del último siglo. Precisamente por esto, mis venerados predecesores, atentos a los signos de los tiempos, no han dejado de proporcionar oportunas indicaciones a los creyentes y a los hombres de buena voluntad, iluminándolos en su empeño en la salvaguardia de la dignidad del hombre y de las reales exigencias de la sociedad.

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Hay otro elemento que vuelve frecuentemente en el magisterio de los Papas del siglo XX, y es el llamamiento a la solidaridad y a la responsabilidad. Para superar la crisis económica y social que estamos viviendo, sabemos que es necesario un esfuerzo libre y responsable por parte de todos; es decir, es necesario superar los intereses particulares y de sector, para afrontar juntos y unidos las dificultades que atraviesan todos los ámbitos de la sociedad, y especialmente el mundo del trabajo. Nunca como hoy se ha advertido una urgencia semejante; las dificultades que atraviesa el mundo del trabajo empujan a una concertación efectiva y más compacta entre todos los componentes de la sociedad. La llamada a una colaboración encuentra significativas referencias también en la Biblia. Por ejemplo, en el libro del Qohelet leemos: "Más valen dos que uno solo, pues obtienen mayor ganancia de su esfuerzo. Pues si cayeren, el uno levantará a su compañero; pero ¡ay del solo que cae!, que no tiene quien lo levante" (4,9-10). Que de la actual crisis mundial brote la voluntad común de dar vida a una nueva cultura de la solidaridad y de la participación responsable, condiciones indispensables para construir juntos el futuro de nuestro planeta. (…)



Recordamos una vez más la LVAF, que en su número 18 dice:

"Colaborar en la formación de personas abiertas a la vida
y a los valores éticos,
para que lleguen a ser capaces de comprometerse
en la transformación de la sociedad".

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