lunes, 18 de mayo de 2009

El Papa valiente




Tiempo habrá de hacer un análisis en profundidad del recién concluido viaje papal a Tierra Santa. Pero, la primera impresión es de éxito rotundo. Y eso que nadie daba un duro por el viaje. Sin duda el más complicado para cualquier Papa. Pero especialmente para Benedicto XVI, el Papa alemán, cargado con su propia historia y con la sombra de su predecesor. Y sin embargo, lo consiguió. Si de la visita del Papa Wojtyla en el año 2000 quedó la imagen de su blanca figura encorvada ante el Muro de las Lamentaciones, de la del Papa Ratzinger quedará, sobre todo, la de su imagen ante otro muro, el de la vergüenza.


Y quedará sobre todo la valentía de un Papa que no se casa con nadie. Que condenó el Holocausto sin tapujos, desde el fondo de su alma, pero hizo lo mismo con el Muro de la vergüenza y, además, se atrevió a apostar, incluso, por un Estado palestino en convivencia con el de Israel.


Queda claro que pasó por Tierra Santa el Papa peregrino de la paz. Una paz que predicó sin descanso con gestos y con palabras el sermón del ecumenismo, del diálogo y de la paz. Y, sobre todo, un Papa que lanzó a los propios cristianos a ser puentes entre musulmanes y judíos.


Otro mérito del Papa ha sido distinguir perfectamente el plano político del religioso y no ceder a las presiones, profundas y constantes, que recibió, sobre todo por parte de palestinos e israelíes. Hay quien dice que con los judíos siempre se está a deber.


¿Que no pidió perdón explícitamente por el Holocausto? Ya lo había hecho Juan Pablo II. ¿Que no hizo alusión a sus orígenes alemanes? El Papa peregrina como Papa.


Fiel a su estilo, sin concesiones a la galería, Benedicto XVI supo sacar adelante un viaje que la prudencia humana le desaconsejaba, pero que el celo de sucesor de Pedro le obligaba a realizar. ¡Enhorabuena, Santidad!


(José Manuel Vidal, en periodistadigital.com)

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