domingo, 7 de diciembre de 2008

Nace en la Iglesia el carisma educativo de la Madre Cándida


(de "Donde Dios te Llame", de María del Carmen Frias)

“El 2 de abril de 1869 era Viernes Santo. Durante aquella semana de tanta devoción en Valladolid, me había permitido el Padre Herranz hacer alguna penitencia extraordinaria, además de los ayunos y abstinencias mandados por la Iglesia. Solía comer solamente unos bollitos que me daban unas religiosas que visitaba, y todo se lo ofrecía al Señor para que me diera a conocer su voluntad.

Aquél día, rezaba y esperaba ante el altar de la Sagrada Familia en la Iglesia del Rosarillo y, de pronto, como si una luz radiante se me hubiera encendido en el corazón, entendí claramente que debía fundar una nueva Congregación con el título de Hijas de Jesús, dedicada a la salvación de las almas, por medio de la educación e instrucción de la niñez y juventud.

Quedé como fuera de mí, no pudiendo yo entender cómo sería aquello posible, y me parecía que la Virgen me lo repetía al oído una y otra vez”.



“El día 8 de diciembre de 1871 amaneció temprano en Salamanca. El trazado de las calles salmantinas ha variado poco desde estonces y, por eso, resulta fácil reconstruir el camino que recorrimos aquella mañana y luego tantas veces hemos andado y desandado… Desde la calle Libreros…, doblamos hacia la calle de la Compañía, donde la iglesia de este Colegio Real del Espíritu Santo, que el pueblo llama la Clerecía, tiene su entrada.



Allí nos esperaba el P. Herranz. En aquella fecha en que se celebra la fiesta de la Purísima… pusimos en sus manos nuestra consagración para que Ella la presentara a Jesús.


Pero la Congregación de las Hijas de Jesús no había nacido todavía. Llegada la tarde, en una capilla improvisada, desnuda de todo ornato e inundada de gracia, se celebró una ceremonia, sencilla en apariencia, pero honda en su transcendente significado.
El P. Herranz nos hizo ver el inmenso beneficio que Dios nos concedía escogiéndonos para primeras piedras del edificio que empezaba a construirse en su Iglesia. Nos impuso un escapulario interior de lana blanca, con un IHS bordado con seda azul. Aquél día tomé el nombre de Cándida María de Jesús, como la Virgen me había indicado”.

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