lunes, 17 de agosto de 2009

Desde Bolivia


CAMBIO… ¿POR DÓNDE EMPEZAR…?

Muchos piensan que el problema más grave en Bolivia es la profunda desigualdad socio-económica que existe entre los distintos sectores de nuestra sociedad y que , por lo tanto, se debe comenzar por erradicar, en forma directa y radical, esa injusta desigualdad económica. Sin embargo, si nos detenemos a analizar más detenidamente este desafío percibimos que la dimensión más negativa que existe en la desigualdad económica está relacionada con la falta de equidad. La desigualdad más perjudicial es la que se basa en la injusticia, en la explotación, en el enriquecimiento ilícito, en la corrupción…. Quiere decir que lo prioritario no es suprimir las desigualdades, sino el erradicar las causas que han generado esas mismas desigualdades. Para lograrlo, los mejores analistas insisten en que tiene que ser, prioritariamente, dinamizando en todo el país la movilidad social.
El procedimiento más efectivo para alcanzar ese cambio profundo que deseamos para Bolivia ha consistido siempre en la universalización de la educación, con un continuo mejoramiento cualitativo y en permanente innovación, desarrollando en todo educando la conciencia crítica y la creatividad.
Caminamos hacia ese gran ideal cuando percibimos que es posible cambiar y comprobamos que esos vientos innovadores del cambio traen siempre brisas de esperanza para los pueblos que los afrontan.
La mayoría de los promotores sociales que buscan un cambio auténtico y la liberación integral de los sectores más pobres y marginados de nuestra sociedad, como son los indígenas y la gran mayoría del campesinado, parten de la realidad sociológica y económica de esos sectores, dándole, por lo tanto, a esa promoción social un carácter mercadamente político-social, no pocas veces de tipo asistencialista.
Sin embargo, creemos que para lograr un verdadero cambio hay que partir, prioritariamente, desde el área antropológica, para pasar después al área sociológica y económica, buscando soluciones a su situación de extrema pobreza y de marginación socio-política.
Cuando hablamos de visión antropológica queremos decir que valoremos, sobre todo, lo educativo, la auto-formación, la conciencia en la propia dignidad, la participación ciudadana, la autoestima personal y social, la identidad cultural….etc.
El verdadero desarrollo está en las personas, no en las cosas, por muy necesarias e importantes que ellas nos parezcan. Son medios nada más, no son fines.
Al pobre y, sobre todo al indígena, se le ha quitado la conciencia de la propia dignidad. Este es el mayor y el más nocivo de los robos. De él han sido víctimas, desde siempre, todos los marginados del mundo.
Mientras el campesinado y, sobre todo los indígenas, no recuperen totalmente su protagonismo como personas y como promotores responsables de sus propias organizaciones populares, no pasarán de ser un conglomerado de personas y de etnias dependientes y sometidas, sin verdadero opción de un cambio social permanente y profundo. No tendrán proyección futura y no lograrán su liberación mientras no sean sujetos de su propio destino histórico. Su papel se reducirá a la suma cuantitativa de votos en los comicios electorales…
La primera exigencia y el primer deber de todos los pueblos que han sido relegados y marginados a lo largo de la historia es luchar para ser reconocidos y valorados como sujetos de su propio desarrollo , con todos los derechos y todas las obligaciones que les competen como auténticos sectores primarios de la nacionalidad
La pobreza en sí, como grave carencia de bienes materiales, es algo muy negativo, pero lo más urgente y necesario es que toda persona marginada descubra y recupere su propia dignidad como ser humano, con todos derechos que le han sido sustraídos, la mayoría de las veces, en forma violenta. Esto es lo más importante y lo más urgente para que pueda lograrse un auténtico cambio en nuestro país.
La idea más anti-educativa y más anti-promocional que puede tener un dirigente político o un promotor social es la de pensar que los pobres, los campesinos, los indígenas… son incapaces de su propio desarrollo personal, social y económico. Esto es absolutizar la opresión, los desafíos y las carencias.
Solo el pueblo salva al pueblo. Sólo el campesinado y los indígenas se liberarán en la medida en que ellos tomen conciencia de sus propios derechos y sus potencialidades, como personas y como pueblo. Los demás, sea el gobierno o sean los políticos y los promotores sociales, no tienen más obligación que crear las condiciones políticas y económicas necesarias para que los oprimidos asuman su papel protagónico en su propia liberación.

(P. Gregorio Iriarte o.m.i., 6 de Agosto. Día de la Patria)

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