Era Viernes Santo en 1869. En Valladolid, en una pequeña iglesia, la de la Virgen del Rosario, popularmente llamada del “Rosarillo”, había una joven rezando. y su nombre era Juana Josefa.
Como en una anunciación, fue precisamente allí donde el Señor le dio a conocer su misión: fundar una Congregación con el título de Hijas de Jesús dedicada a la enseñanza.
El P. Herranz diría después “vienen a cultivar los jardines de la niñez y de la juventud femenina por medio de la piedad y de las letras. Su apostolado ha de ser fecundo por la enseñanza del catecismo y de todas las demás cosas necesarias a las jóvenes cristianas…”
Continuó el P. Herranz: “Vienen solas, sin recursos humanos, fiadas únicamente en Aquél que todo lo puede.”
Y ahora, en 2009, la Congregación de las Hijas de Jesús está presente en diez y seis países, uniendo el universalismo geográfico y el social, con atención especial a los más necesitados haciendo realidad así el sueño de aquella joven, Cándida María de Jesús, - un nuevo nombre para una nueva misión:
“Al fin del mundo iría yo, la primera, en busca de almas”.
"BENDITO SEA DIOS QUE TANTO NOS QUIERE"
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