“(…) Piense en la semillita de alubia, plantada en el vaso de plástico: las raíces van para bajo y para dentro, y la planta crece para arriba – nadie sabe cómo ni por qué, pero la verdad es que nosotros somos así también.
Peces dorados, conejitos de India, pajaritos, y hasta la semilla en el vasito de plástico, todo eso muere. Y nosotros también.
Y acuérdese de los libros de cuentos infantiles y de la primera palabra que aprendiste, la más importante de todas: ¡Observe!
Todo lo que necesitas saber realmente está allí. La regla de oro, el amor y los principios de higiene. Ecología y política, igualdad y vida sana.
Escoge uno de esos puntos y elabóralo en términos sofisticados, en lenguaje de adulto; después aplícalo a la vida de tu familia, a tu trabajo, a la forma de gobierno de tu país, a tu mundo, y verás que la verdad que él contiene se mantiene clara y firme. Piensa cuánto el mundo sería mejor si todos nosotros – el mundo entero – hiciésemos una merienda de rosquillas con leche a las cinco de la tarde y después nos acostásemos, sin la menor preocupación, cada uno en su colchón, para una siestecita.
O si todos los gobiernos adoptasen, como política básica, la idea de recolocar as cosas en sus debidos sitios de donde las habían quitado, y arreglar los desarreglos que hubiesen hecho.
Y es verdad, no importa cuántos años tengas: al salir por el mundo vete de manos dadas, y siempre atento a su compañero.
Y es verdad, no importa cuántos años tengas: al salir por el mundo vete de manos dadas, y siempre atento a su compañero.
Sencillo, profundo, inolvidable. Como debe ser la educación”
(Eduardo Machado)
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