Um hombre rico estaba muy mal, agonizando. Pidió papel y pluma y escribió así:
‘Dejo mis bienes a mi hermana no a mi sobrino jamás será pagada la cuenta del panadero nada doy a los pobres’
Y murió sin haber hecho la puntuación. ¿A quién dejaba su fortuna? Eran cuatro los candidatos.
El sobrino hizo la siguiente puntuación:
‘¿Dejo mis bienes a mi hermana? ¡No! A mi sobrino. Jamás será pagada la cuenta al panadero. No doy nada a los pobres’
La hermana llegó enseguida e hizo así la puntuación en el escrito:
‘Dejo mis bienes a mi hermana. No a mi sobrino. Jamás será pagada la cuenta al panadero. No doy nada a los pobres’
El panadero pidió la copia original e hizo la puntuación que le favorecía:
‘¿Dejo mis bienes a mi hermana? No. ¿A mi sobrino? Jamás. Será pagada la cuenta al panadero. Nada doy a los pobres’.
Y entonces llegaron los descamisados del pueblo. Uno de ellos, letrado, hizo esta interpretación:
‘¿Dejo mis bienes a mi hermana? No. ¿A mi sobrino? ¡Jamás! ¿Será pagada la cuenta del panadero? ¡Nada! Doy a los pobres.
Moral de la historia:
La vida puede ser interpretada y vivida de diversas maneras. Nosotros somos los que hacemos la puntuación.
Y eso hace toda la diferencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario